martes, 5 de febrero de 2013

Lágrimas y falta de sueño


Cuando tengo insomnio lloro. Con todas mis fuerzas lo hago, para profundamente quedar sin energías. Pero el único precio a pagar, es la consciencia alterada… reflejada en áspero letargo reclamado por los sueños.

Y por extraño que suene, llorar en mejor. Es mejor comparado a no poder dormir, que en insomnio la mente viaja sin tiempo-espacio. Allá, donde no hay lo que se llama realidad, donde todo juega en tu contra.

Razón perdida con rumbo a la deriva, cobijada entre malos recuerdos e intuiciones poco generosas (habitualmente referidas a ella). Siempre haciendo de mí extraviado, después de un viaje largo o cercano... y no me encuentro, y algunas veces, tampoco regreso.

Qué es la irrealidad sino la percepción contraria a lo real. Después de todo tan contigua a la verdad de esa propia falsedad, donde ambas, proveen la misma validez. ¿Cómo confiar de algo que sólo se fundamenta en percepción? Algo que nos gusta designar, a través de filtros vivenciales.

¿Cómo entregarse?, ¿cómo creer?, ¿cómo discernir?, ¿cómo confiar?... ¿cómo hacerlo?


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